diotimacomunità filosofica femminile

per amore del mondo Numero 8 - 2009

Ho Letto

Mª Milagros Montoya Ramos. Enseñar: una experiencia amorosa.

Madrid: Sabina editorial, 2008, 261 págs. ISBN: 9788493637828

 

 

Año extraño para mí, este que se acaba, por lo que a libros en lengua castellana se refiere. Extraño porque la mitad lo he pasado en Verona habitando la lengua italiana y haciéndolo del modo más cercano posible a como aprendí el catalán, mi lengua materna. Es decir, sin gramáticas, manuales, academias y casi, casi sin diccionarios; estando en ella por el deseo de crear espacios de relación. Por eso he decidido hablar de este libro de Mª Milagros Montoya Ramos, pues trata precisamente de algo parecido a esta resistencia a aprender desde los códigos ya dados. Trata del aprender en el aula desde lo vivo. Desde lo que cada cual trae en ella para que la historia no se estudie sino que se haga.

Su autora cuenta que el libro nació de la experiencia de fracaso ante la inutilidad de los libros de texto de historia, la materia de su práctica educativa en Bachillerato. Sospechas había tenido antes, pero la certeza se la regalaron un grupo de alumnas y alumnos al confesarle su desinterés. Frente a esta indiferencia, Milagros escuchó a María Zambrano cuando escribió que la herida nos ayuda a alumbrar el mal. ¡Y así se hizo a la luz Enseñar: una experiencia amorosa! Un libro que rescata a los dos valores fundamentales que deben germinar las aulas: la diferencia sexual y el reconocimiento de nuestro origen materno. El título es elocuente respecto al horizonte de la práctica materna. Enseñar desde el amor significa en él ayudar a crecer, en su doble sentido de augmentar e integrar, teniendo en cuenta la singularidad de cada cual.

La lengua materna, aquélla aprendida en el amor, en la que las palabras y las cosas coinciden, es para Milagros el sostén de la educación. Por eso, a las palabras que permiten coincidencias entre lo vivido hoy y ayer, las ha nombrado como «la historia verdadera», título a su vez de un espacio político que ella misma creó en la Fundación Entredós de Madrid, fermento también de este libro y de la colección que lo acoge en Sabina editorial. La historia verdadera, así como la he entendido yo, es la que ha hecho civilización, la que ha sustentado el mundo evitando la violencia, eso es, ha hecho política, la de verdad, la de las mujeres.

Pero, esta historia, ¿dónde está escrita? En este libro no; bueno, algunos episodios sí hay. Pero no es un libro de historia verdadera sino una invitación a que la escribamos. ¿Cómo? Milagros nos ofrece ingredientes de experiencia vivida y pensada por ella y por todas las voces que aparecen en su libro y que a mí, al principio, cuando ojeé el índice, me despistaron. Me confundieron porque cada capítulo termina con el relato de otras, cuyos nombres aparecen en el índice pero no en la cubierta (Mª Milagros Rivera Garretas, Ana Mañeru Méndez, Muhamad Yunus, Clarice Lispector, Lluïsa Cunillera i Mateos, Lupe García Rodríguez, Bethany Aran, Blanca Aller Nalda, Cristina Mecenero, Remei Arnaus i Morral, Tania Rodríguez Manglano, Marirì Martinengo y Raquel Martínez Sánchez). Al empezar a leer me dí cuenta que el texto de Milagros es como un coro en el que ella, más que la directora, es la voz que da el tono para que las otras canten. Ella compone la partitura (los capítulos) y deja que las demás la interpreten según sus particulares tonos de voz (los finales de capítulo). Este modo de idear el libro dice mucho de su autora. Ilustra su forma de entender el pensar, al igual que el enseñar, como un acto siempre en relación. Recetas en lugar de partituras llama ella a sus propuestas, tomando prestada la locución de Ana Mañeru Méndez. La receta culinaria, al contrario de la fórmula científica, a parte de ser una invención de las mujeres, cada una la adapta a sus deseos y posibilidades.

Mi lectura de estas recetas de enseñanza amorosa ha coincidido con el griterío del «¡No a Bolonia!» que está inundando las aulas de muchas universidades europeas. Gracias a este libro, sentí que podía hablar también en castellano de lo que había escuchado y leído de las filósofas italianas de Diotima. Y en mis clases pude añadir una palabra muy castellana al «no» de los y las estudiantes a la mercantilización, a la privatización o a la estandarización de los centros universitarios en el Plan Bolonia (el Plan de Convergencia Europea de la Educación Superior). ¡No al desmadre!, dije; un término que significa literalmente «sin madre» y, metafóricamente, «incivil» o «caos». Si han escuchado el sentido literal, ya no lo sé. Pero lo espero y espero. Que la espera, en tanto esperanza y paciencia, es, como dicen las voces de Milagros, ingrediente básico de cualquier receta educativa.